lunes, 9 de noviembre de 2009

Viaje eterno

Hacia mucho que no salia de casa, más aún que no viajaba.
Subí y solo atiné a dejarme caer en un asiento individual lo más apartado que pude.
Era un día cálido, demasiado perfecto. Siquiera las nubes se atrevían a manchar el enorme lienzo celeste.
Si bien odio tomar el sol, me pareció reconfortante sentirlo en la cara, a través de la ventanilla.
El transporte público puede ser desagradable en ocasiones, pero solo quise estar allí. Había poco movimiento. Poca gente, poco tránsito. No se por qué, pero odié eso.
Miré por la ventanilla y solo me dejé llevar por los matices y el movimiento irregular del paisaje urbano. Parecía todo tan irreal, que mis ojos cedieron. Necesitaba percibir lo que había a mi alrededor de otro modo.
Me limite a sentir los sonidos del entorno, el movimiento, mi respiración. Solo quería que el viaje no terminara. Me desanimaba pensar en el final. Pero solo en ese... No me hubiese importado despertar en un hospital o simplemente no hacerlo. Mi estado me gustaba, hubiese querido que fuera eterno.
Lo que me deparaba mi destino a corto plazo no era malo. Aún así, no quise que se acercara. Quizás solo sentí el paso del tiempo. No quise volver atrás, no quise que se detuviera. Pero me hubiese encantado que esa media hora hubiese sido tan perfecta, por siempre.

- Terminal Retiro! - Gritó el chofer.

Eso me hizo volver a la realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario